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Breve historia del anarquismo cántabro

Breve historia del anarquismo cántabro

Raúl de Santiago López

Viva la anarquía, no más el yugo sufrir”, himno anarquista
“El cántabro, no enseñado a llevar nuestro yugo”, Horacio

En los últimos años han aparecido interesantes trabajos sobre la historia política de Cantabria en el pasado siglo. Pero destaca la ausencia de estudios sobre la organización que más afiliados llegó a tener en todo el Estado: la CNT. La Historia tradicional de Cantabria ha contribuido a asentar la idea de una "región" claramente conservadora (al fin y al cabo, fue de las pocas circunscripciones en que ganó la derecha en 1936) en la que, a priori, no cabría hablar de una historia destacable de las organizaciones revolucionarias, y menos aún de las anarquistas. Sin embargo, la historia real es bien distinta, y pese a que es verdad que en Cantabria las ideas libertarias nunca llegaron a tener la implantación de otras zonas como Cataluña o Andalucía, los anarquistas jugaron un papel muy importante en la vida política y social de la entonces llamada provincia de Santander. La Historia del anarquismo montañés está plagada de gestas, violencia, disputas, grandes hombres (y mujeres), y sobre todo, de una incasable lucha por la libertad del hombre.

Orígenes del anarquismo en Cantabria

 La primera aparición del anarquismo en Cantabria tiene lugar en Santander en los años 70 del siglo XIX, en tiempos de la I Internacional, con el nacimiento de la Federación Local, creada bajo influencia de ideas federalistas y bakuninistas. No obstante, esta agrupación acabará por convertirse en una organización de corte socialista, debido a la influencia de la UGT[1].
La presencia del anarquismo en la ciudad sería insignificante hasta finales de siglo, cuando surgió un movimiento libertario ligado a la facción más radical del Partido Federal. En 1902 se fundó el seminario Adelante en Santander[2]. Bajo el lema “Solidaridad y ciencia”, estuvo dedicado fundamentalmente a la difusión de las ideas anarquistas y a la divulgación científica de marcado carácter antiteísta[3]. Adelante estuvo administrado durante su año de duración por Emilio Carral. Sobre este último cabe destacar que fue una figura de gran importancia en la ciudad, no sólo dentro del movimiento anarquista. Aparte de su labor periodística, participó en la fundación del Ateneo Popular de Santander, de los bomberos voluntarios, de la escuela laica, y de los coros montañeses “El sabor de la tierruca”[4]. También se especula con que pudo haber sido él el creador de la famosa canción La fuente de cacho[5].
                                        Imagen  de Emilio Carral, líder del anarquismo santanderino
Es en este momento cuando comienzan a aparecer grupos anarquistas que desafían el liderazgo socialista de la Federación Local, criticando el centralismo ugetista y la rigidez de sus métodos, al tiempo que se lanzan varias alabanzas a las acciones violentas de la propaganda por el hecho. De este modo dio comienzo una lucha por el control de la Federación, con numerosas publicaciones que sirvieron para un fuego cruzado entre ambos grupos[6].
Una carta escrita por Pablo Iglesias en 1903 y dirigida a Isidoro Acebedo, presidente de la agrupación socialista montañesa, da muestra de la importancia y repercusión que tuvo el enfrentamiento entre socialistas y anarquistas en Cantabria. “Ya sé que tienen ahí mucho jaleo con ácratas y republicanos, gente que en nada repara con tal de causarnos daño, y que precisan mucho valerse de todos los elementos para hacerles frente”. Que el padre del socialismo español tuviera conocimiento y se preocupara por las acciones de los anarquistas cántabros confirma que el movimiento había alcanzado ya una fuerza considerable[7].
Respecto a Isidoro Acebedo, que pasó a la Historia como uno de los fundadores del Partido Comunista de España, cabe destacar el debate que mantuvo con el ya mencionado Emilio Carral el 8 de diciembre de 1902. Al debate, que fue resultado de un reto lanzado por parte de los anarquistas al grupo socialista, acudieron más de 3.000 personas y duró unas 5 horas. Se acordó el nombramiento de dos presidencias, de tal modo que cuando hablase el anarquista presidiese un socialista y cuando hablase el socialista presidiese un anarquista, y se decretó la prohibición de aplaudir, entre otras normas. Tanto Emilio Carral como Isidoro Acebedo fueron elegidos por votación entre los suyos para defender sus posturas. Al término de la pugna verbal los socialistas se consideraron justos vencedores, tal como atestigua un comentario de Pablo Iglesias, que escribía a Acebedo: “te felicito por el triunfo que has alcanzado en la controversia, que es tuyo y de la causa socialista”[8]. Por desgracia, no contamos con testimonios del lado anarquista sobre el resultado del debate.
Pero no todo fueron disputas. A comienzos del siglo XX, socialistas y anarquistas se lanzaron al proyecto de crear una escuela laica y racionalista, alejada de los centros de enseñanza religiosos que existían en aquel momento. El resultado fue el establecimiento en 1903 del Centro de Enseñanza Integral y Laica de Santander, la tercera escuela laica que hubo en Cantabria. El Centro se destacaba por su anticlericalismo, y en 1908 contaba con 330 niños y 70 niñas repartidos en 3 escuelas[9].
Tras un periodo de relativa paz en seno del movimiento obrero cántabro, que siguió estando dominado por la facción ugetista, volvieron a surgir divisiones a partir del retroceso de las condiciones laborales y de vida provocado por la Primera Guerra Mundial, dando pie a un nuevo enfrentamiento entre anarquistas y socialistas que se mantendrá vivo hasta el periodo de la Segunda República[10].
En 1919 la influencia anarquista en la Federación provocó un cambio en la estrategia a seguir, con un gran aumento en el número de huelgas convocadas, a las que los dirigentes socialistas denominaban despectivamente como “huelgas locas”, que vinieron acompañadas una violencia hasta entonces desconocida en la ciudad. Esta tendencia volvió a poner sobre la mesa el conflicto entre socialistas y anarquistas, ante la falta de definición ideológica de la Federación. En un congreso extraordinario en 1920 la facción anarquista logró que se aboliese la obligación de pertenecer a la UGT y que se prohibiese la presencia de organismos políticos o religiosos, lo que en la práctica suponía la expulsión de la Agrupación Socialista. El punto culminante se produciría con la huelga de la Compañía Transatlántica, debido a la negativa de los ugetistas a apoyar unas medidas de presión que consideraban abocadas al fracaso. El resultado final fue el abandono por parte de estos de la Federación local, y la creación de la Federación Obrera Montañesa (FOM), vinculado a la UGT[11]. De esta manera la Federación local de Santander quedaba en manos de los anarquistas, y el 2 de junio de 1922 decidía integrarse en la CNT, gracias principalmente a los votos del sector de la construcción[12].

De la dictadura a la Segunda República

Durante la dictadura de Primo de Rivera, al igual que en el resto del Estado, los socialistas siguieron una política de colaboración con el régimen mientras los anarquistas sufrían una dura represión. En este contexto, la FOM ofreció a la Federación Local la participación en los comités paritarios de obreros y patronos que había impuesto el gobierno, pero los anarquistas se negaron aduciendo que eso iba en contra de sus principios de acción directa y de no participación en órganos de intermediación política[13].
Tras la aparente inoperancia anarquista durante la dictadura, el sindicato reapareció en Cantabria pocos días después de la caída de Primo de Rivera, publicando un comunicado oficial en el periódico La región, en el cual se pedía recuperar la legalidad de la constitución de 1876[14].
Poco antes de las elecciones municipales del 1931, la Federación Local de Santander participó junto a otras fuerzas de izquierdas, como el FOM o los partidos republicanos, en las multitudinarias manifestaciones contra la monarquía que se dieron en Santander[15].
En esta época el movimiento anarquista cántabro estaba limitado casi en exclusiva al área de la capital. Según los datos recogidos en el congreso nacional de la CNT en 1931, en este año había nueve sindicatos cántabros adheridos a la CNT, todos ellos de Santander, con un total de 893 afiliados. Para 1936,  el número de sindicatos ya era de 10 (ocho de Santander, uno de Reinosa, y otro de Mataporquera), para un total de 2.384 afiliados, la mayor parte del sector de la construcción[16].
Tras el triunfo del Frente Popular en febrero del 36, se produjo una importante expansión geográfica y organizativa, que permitió la presencia del sindicato en territorios y áreas profesionales donde hasta entonces no había tenido, a pesar de lo cual el anarquismo cántabro nunca pudo competir en el ámbito sindical con su rival socialista, la UGT. Concretamente se dio la aparición de por lo menos 22 sindicatos, la mayoría de ellos en la capital, pero también en Reinosa (con dos sindicatos) Santoña, Laredo, Cabezón de la Sal, y Mataporquera[17].
Es posible que esta escasa implantación tuviera su causa en el mantenimiento de unos postulados fuertemente revolucionarios, lo que se puede apreciar en las aportaciones de los delegados cántabros en los congresos nacionales de la CNT. Julián Roig, representante del Sindicato de la Construcción de Santander en 1931, emitió un voto negativo a la propuesta de creación de Federaciones de industria, pues consideraba que el sindicato debía mantener su estrategia basada en la existencia de sindicatos, federaciones locales, confederaciones regionales y la propia CNT. La postura de Roig le hizo destacar como uno de los más fervientes defensores de esta postura en todo el Estado, apostando por un sistema de organización marcadamente local y autónomo[18].
En cuanto a la relación de la CNT con otras fuerzas de carácter obrerista, se siguió en gran medida una línea de acción más pragmática, estrechando relaciones con la FOM, con la que se alcanzó un acuerdo de colaboración que duraría hasta la Guerra Civil[19]. Por otra parte, las organizaciones anarquistas decidieron no incorporarse al Frente Antifascista que había propulsado el PCE en Cantabria[20].
Durante los tiempos de la Segunda República la Federación participó en numerosas manifestaciones y huelgas, como la del 9 de mayo de 1933, en la que los piquetes obligaron a muchos trabajadores a secundarla, y que concluyó con la detención de varios dirigentes del sindicato[21]. Ese mismo año, ante las constantes acciones llevadas a cabo por los anarquistas a causa de la mala situación económica, se cerró la sede de la Federación Local, se clausuró el diario La lucha, y se detuvo a muchos sindicalistas de forma “preventiva”[22]. En 1932 fueron detenidos en Santander tres anarquistas que portaban bombas de mano, que supuestamente iban a utilizar para una insurrección en la ciudad, detonando edificios públicos desocupados[23].
También destacaba la presencia de militantes libertarios en importantes periódicos como La Región o La voz de Cantabria. En el primero de ellos trabajaba como corresponsal Fernando Gómez Peláez, quien dirigió varias publicaciones anarquistas a lo largo de su vida, y publicó artículos tanto en periódicos del exilio como franceses, además de ser amigo de importantes intelectuales y artistas como Picasso y Albert Camus[24].
En esta época hay que señalar la aparición de organizaciones anarquistas que van más allá de la acción sindical. Estas son la Federación Anarquista Ibérica (FAI), fundada en 1927 y que contaba en Cantabria con poco más de 100 militantes en febrero de 1936, y las Juventudes Libertarias, que tampoco tuvieron una gran afiliación, si bien probablemente contaría con varios centenares de miembros[25]. Además, ante la aparición de sindicatos en nuevas zonas, se forma la Federación Comarcal Montañesa como agrupación de la CNT en Cantabria.

La CNT ante la guerra

El estallido de la Guerra Civil española en julio de 1936 supone un cambio radical de la situación del sindicato anarquista. Inmediatamente después de conocer la insurrección armada contra la República, la Federación Local de Sindicatos pasó a jugar un papel importante, integrándose junto a la FOM a efectos prácticos en el Frente Popular de forma permanente el mismo 17 de julio[26].
Tras el fracaso del golpe de Estado en la provincia de Santander, las autoridades republicanas aprobaron la creación del Comité Ejecutivo del Frente Popular, un organismo creado con la intención de coordinar el resto de comités locales. El Comité contó con la participación de todas las fuerzas de izquierdas, incluida la CNT a través de Teodoro Quijano Arbizu[27]. Esta colaboración de la CNT con las fuerzas del Frente Popular resultaría premonitoria de la posterior entrada de ministros anarquistas en el gobierno de Largo Caballero.
Cartel de propaganda realizado por la CNT del norte al comienzo de la guerra 
Más tarde se estableció la Junta de Defensa de la Provincia de Santander, en la cual los anarquistas ocuparon dos direcciones generales de las 13 que había (una para la CNT y otra para la FAI)[28]. Teodoro Quijano ocuparía la Dirección General de Justicia por la FAI, siendo el encargado de coordinar los informes de “enemigos políticos” para garantizar su ingreso en prisión, eliminando así la autoridad en este campo de las milicias[29]. Jenaro de la Colina ocupó la Dirección General de Instrucción Pública, lo que le llevó a estar a cargo de la enseñanza en todos los niveles y de la conservación del patrimonio de toda la provincia[30]. Este último, destacado militante local, también formó parte del Comité de Guerra[31], y ocupó brevemente una concejalía en el ayuntamiento de Santander[32].
Respecto al ayuntamiento de la capital, los anarquistas ocuparon 6 concejalías, pero lo realmente importante es que Consuelo Traba, en representación de la CNT, se convirtió en la primera mujer en entrar en el ayuntamiento de Santander. Además, el sindicato anarquista llegó a hacerse con el control de una alcaldía en Cantabria, la de Argoños[33].
Pero el organismo político más importante (y el que más problemas trajo) fue el Consejo Interprovincial de Santander-Palencia-Burgos, en el que la presencia anarquista fue mayor. Vicente del Solar (CNT) ocupó la vicesecretaría segunda y la consejería de crédito popular, Timoteo Chapero (CNT) ocupó la consejería de sanidad e higiene, y Teodoro Quijano (FAI) ocupó la consejería de propaganda[34].
Durante el transcurso de la guerra se hicieron patentes las diferencias existentes entre la CNT-FAI y el resto del Frente Popular en torno a la organización de los órganos de dirección. Los mayores problemas se dieron a cuenta de la instauración de este Consejo Interprovincial de Santander-Palencia-Burgos, puesto que la central anarquista defendió en todo momento un organismo fundamentalmente sindical, con un reparto de puestos equitativo entre los dos grandes sindicatos (CNT y UGT). Sin embargo, el resto de fuerzas se negaron en todo momento a esta opción, apostando por un reparto proporcional a la fuerza de cada una de las agrupaciones (tanto partidos como sindicatos). Esto llevó a los anarquistas a romper negociaciones, retrasando el acuerdo definitivo y la puesta en marcha del Consejo[35]. Finalmente se vieron obligados a recular y aceptar el acuerdo, aunque pronto volvieron a enfrentarse al resto de fuerzas al plantear la necesidad de aumentar las competencias que el gobierno central había dado al Consejo[36].
Tras un tiempo de relativa calma, estas diferencias se recrudecieron como consecuencia de la caída de Vizcaya. A partir de entonces los anarquistas trataron de que se aprobase un plan de cinco propuestas para organizar la resistencia, pero estas cayeron en saco roto de forma constante y unánime. El continuo rechazo hacia los anarquistas por parte de sus compañeros de gobierno acabó propiciando la salida de estos del Frente Popular, si bien esto no significó que abandonasen sus puestos en el Consejo Interprovincial[37]. En general, las acciones de los anarquistas dificultaron enormemente la gobernabilidad, provocando una inestabilidad que contribuiría en buena medida a la derrota republicana en Cantabria.
Cartel propagandístico realizado por la UGT y la CNT de Cantabria para silenciar las disputas
Otro aspecto que llevó a los anarquistas enfrentarse al gobierno de Olazarán, el líder socialista, fue la exigencia de un mayor número de colectivizaciones[38]. Pese a que en Cantabria estas no destacaron por su proliferación, sí que hubo una serie de ellas, como el establecimiento de un taller colectivo en Santander, o la colectivización de la industria del calzado de Torrelavega y Santander. Pero las experiencias más importantes tuvieron lugar en el ámbito pesquero. En Laredo se colectivizó toda esta industria, de tal modo que, después de deducir los gastos,  un 45% de  la producción se destinaba a mejorar la industria, y el resto se repartía de forma igualitaria entre los trabajadores[39].
A pesar de la escasa militancia libertaria en Cantabria, al comienzo de la contienda los anarquistas formaron dos batallones de 600 hombres cada uno, que se dirigieron al escudo con intención de detener a las fuerzas golpistas. Uno de estos fue el batallón Libertad, que combatió en La Lora contra la columna Sagardía[40].
En noviembre de 1936, dentro de la reorganización militar que se llevó a cabo en toda la zona republicana, estos batallones se integraron en las brigadas mixtas. Las brigadas 12 y 13 estuvieron comandadas por cenetistas, la primera por Paco Fervenza y la segunda por Eduardo Camons[41].
Paco Fervenza destacó especialmente como líder militar, luchando después de la caída de Santander en la batalla de Aragón, bajo las órdenes del general Vicente Rojo. Nada más conocerse el golpe de Estado, Paco participó activamente en varios enfrentamientos con la guardia civil, destacando el culatazo que asestó con su naranjero a Justo Sanjurjo, hijo del general. En Reinosa, después de una matanza de guardias civiles, Fervenza logró salvar la vida de los cinco que permanecían en el cuartel, arriesgando su vida al ponerse frente a la muchedumbre[42].
Los anarquistas cántabros, al igual que las demás fuerzas políticas, dedicaron parte de sus esfuerzos a la publicación de un periódico propio que sirviese como medio de propaganda, tan necesario en tiempos de guerra. Tras el rechazo de los socialistas a la idea de sacar una publicación conjunta, se dieron algunas tentativas propias. En febrero de 1937 las juventudes libertarias sacaban el seminario adelante!, que contó con la colaboración de importantes anarquistas como Urano Macho o Jenaro de la Colina, e incluso tenía como colaborador al escritor Manuel Llano[43].
Portada del primer número de adelante!
Es forzoso mencionar también el papel jugado por la CNT y los anarquistas en la represión que se desató en la Cantabria republicana al comienzo de la guerra. Entre los episodios más oscuros destaca un tal Ángel, conocido como “El Neno”, quien salió de la cárcel (en la que estaba por el asesinato de un hombre al que robó la cartera) al estallar la contienda, y se convirtió en jefe del comité de la CNT en Cabezón de la Sal. Con él se desató una gran represión, ejecutando gente bajo la acusación de no colaborar con la causa antifascista, y aceptando dinero para pasar a otros a la zona sublevada. Un miliciano asturiano, conocedor de sus actos, acabó con la vida de “El Neno” poco antes de la llegada de los franquistas[44]. Otro anarquista, el “Rojo de la mata”, miembro de la CNT de San Vicente de la Barquera, realizó numerosos “paseos” a derechistas, pensando que tras la guerra no le pasaría nada a causa de los carnets de la CNT que suministró a la gente rica de la zona. Sin embargo tras la llegada de los sublevados fue capturado, apalizado y fusilado[45]. Hubo también una implicación directa de varios militantes anarquistas en la matanza del buque prisión Alfonso Pérez, en la murieron entre 163 y 179 presos[46]. Teodoro Quijano, director general de justicia, estuvo presente durante los hechos sin realizar intentos de evitarlos[47]. Además de todo esto, fueron numerosas durante toda la contienda las acusaciones lanzadas contra los anarquistas de estar detrás de las acciones de los llamados “incontrolados”. No obstante, también está documentada la intención de la CNT de acabar con estos sucesos mediante la expulsión de los milicianos implicados[48].
Barco-prisión Alfonso Pérez, donde perdieron la vida más de cien presos
La guerra sirvió para que muchas organizaciones, con especial relevancia del PCE, crecieran significativamente. En el caso de la CNT, los números de afiliación en la Federación Comarcal Montañesa eran en febrero de 1937 de 19.845 afiliados[49], si bien es necesario tener en cuenta que poco antes, el 2 enero, UGT y CNT llegaron a un acuerdo para establecer la obligatoriedad de la afiliación sindical[50]. Respecto a la distribución geográfica de esta afiliación, hay que decir que la inmensa mayoría sigue estando en Santander. El sindicato consiguió también una destacable presencia en la zona lebaniega, en Cabuérniga y en la zona sur, si bien fue incapaz de establecer organizaciones en zonas a priori propicias como lo centros mineros de Reocín o Penagos, o el área industrial de Corrales de Buelna. Destaca también la ausencia de implantación anarquista en la mayor parte de los valles pasiegos[51]. En 1937, ante el predominio urbano de los anarquistas, apareció la Federación Regional de Campesinos, dirigida por Manuel Casuso,  que llegó a contar con 83 sindicatos y 5.000 afiliados[52].

Posguerra y declive

Tras el fin de Guerra Civil tuvo lugar la represión franquista, y la CNT fue de las organizaciones que más la sufrió. En algunos casos la represión fue dirigida contra los responsables de crímenes durante la primera fase de la guerra, pero también se desató un periodo de terror indiscriminado contra todo aquel que se hubiese opuesto a la sublevación.  Eugenio Ortega, comandante de un batallón cenetista, fue condenado a muerte acusado de provocar el incendio de Potes, a pesar de que ya había una persona condenada por ello (y habría bastantes más después)[54]. Otro militante, Manuel Caballero, fue fusilado por su presunta participación en una checa (algo difícilmente cierto) después de ser sometido a largas torturas[55].María Infante, maestra en Beranga, fue condenada a 12 años de inhabilitación bajo la acusación de ser anarquista[53]. También debió haber muchos militantes libertarios entre los internados en los campos de concentración, como el de la Magdalena o el de los campos de Sport del Sardinero , y posteriormente en las cárceles franquistas.
Tras la caída de Santander, los integrantes del batallón Libertad continuaron luchando junto a fuerzas asturianas en los Picos de Europa, enfrentándose entre otros a la Legión Cóndor. Tras su derrota definitiva regresaron a Cantabria, siendo muchos capturados y ejecutados. Algunos trataron de volver a su vida normal, entre ellos José Lavín Cobo, más conocido como Pin el cariñoso. Tras ser capturado por la guardia civil y llevado al local de Falange en Liérganes, Pin logró fugarse y se echó al monte. Allí organizó un grupo de guerrilleros que se enfrentaron activamente a la dictadura, la mayoría compañeros de la CNT. Este personaje, cubierto en gran medida por el mito, aunque desgraciadamente poco conocido en la actualidad, participó en numerosas acciones contra el régimen franquista hasta que fue finalmente asesinado en la calle Santa Lucía de Santander por un grupo guardias civiles en 1941[56].
Tumba de Pin el cariñoso y otros tres compañeros en Ciriego
Muchos militantes marcharon al exilio, mientras la CNT en el interior, tras su ilegalización, fue perdiendo toda la fuerza que había llegado a tener. En los años 60 y 70 se da una cierta reconstrucción, de forma que tras la legalización de la CNT durante la llamada Transición, el sindicato contaba en Cantabria con federaciones locales y grupos importantes no federados en varios lugares. También se sacaba el periódico “Construcción”, perteneciente al sindicato[57]. La Historia de la CNT cántabra a partir de entonces, al igual que en el conjunto del estado, destaca por la escasa relevancia del sindicato, que nunca pudo recuperar la fuerza que había llegado a tener en los años 30.




[1] BARRÓN, José Ignacio. Historia del socialismo en Cantabria (Los orígenes, 1887-1905), Partido Socialista de Cantabria, Santander, 1987, p.170
[2] DE LA CUEVA MERINO, Julio. Clericales y anticlericales. El conflicto entre confesionalidad y secularización en Cantabria (1875-1923), Universidad de Cantabria, Santander, 1994, pp. 178-179
[3] MADRID SANTOS, Francisco. La prensa anarquista y anarcosindicalista en España desde la I Internacional hasta el final de la Guerra Civil, Universidad de Barcelona, Barcelona, 1989,  p.189
[4] Escritores cántabros.com. Carral Arce, Emilio. Disponible en:
[5] El diario montañés. ¿De quién es?  Disponible en:
[6] BARRÓN, José Ignacio. Historia del socialismo en Cantabria… op cit., 1987, pp. 171-174
[7] Ibídem, p.239
[8] Ibídem, pp. 227-228
[9] DE LA CUEVA MERINO, Julio. Clericales y anticlericales… op cit., pp. 254-255
[10] REVUELTA PÉREZ, Ángel. La reconversión industrial en Cantabria y su reflejo en la evolución electoral de la izquierda, Universidad de Cantabria, Santander, 2013,  pp. 50-51
[11] GUTIERREZ LÁZARO, Cecilia y SANTOVEÑA SETIÉN, Antonio. UGT en Cantabria (1888-1937), Universidad de Cantabria, Santander, 2000, pp.143-148
[12] Ibídem, p.151
[13] Ibídem, p.168
[14] OBREGÓN GÓMEZ, Javier. Santander, 1931. De la dictadura a la república, Institución cultural de Cantabria, Santander, 1978, pp. 63-64
[15] Ibídem, p.144
[16] SOLLA GUTIERREZ, Miguel Ángel. La sublevación frustrada. Los inicios de la Guerra Civil en Cantabria, Universidad de Cantabria, Santander, 2005, pp. 61-62
[17] Ibídem, p.62
[18] BARRIO ALONSO, Ángeles. Anarquismo en Asturias 1890-1936, Universidad de Cantabria, Santander, 1986, p. 412
[19] SOLLA GUTIERREZ, Miguel Ángel. La sublevación frustrada… op cit., p.63
[20] PUENTE FERNÁNDEZ, José Manuel. El guardián de la revolución. Historia del Partido Comunista en Cantabria (1921-1937), Librucos, Santander, 2015, pp. 125-126
[21] GUTIERREZ LÁZARO, Cecilia y SANTOVEÑA SETIÉN, Antonio. UGT en Cantabria… op cit., p.211
[22] Ibídem, p.213
[23] GUDÍN DE LAMA, Enrique y GUTIERREZ FLORES, Jesús. Cuatro derroteros militares de la guerra civil en Cantabria” en Monte Buciero Nº11, 2005, p.208
[24] GUTIERREZ GOÑI, Jesús Francisco y SOLLA GUTIERREZ, Miguel Ángel. La prensa de Cantabria durante la Guerra Civil, Asociación de la prensa de Cantabria, Santander, 2010, p. 38
[25] SOLLA GUTIERREZ, Miguel Ángel. La república sitiada. Trece meses de Guerra Civil en Cantabria (julio de 1936-agosto de 1937), Universidad de Cantabria, Santander, 2010, p.136
[26] SOLLA GUTIERREZ, Miguel Ángel. La sublevación frustrada… op cit., p.92
[27] Ibídem, p.126
[28] SOLLA GUTIERREZ, Miguel Ángel. Una efímera autonomía (El consejo interprovincial de Santander, Palencia y Burgos), Centro de Estudios Montañeses, Santander, 2011, p.21
[29] GUTIERREZ FLORES, Jesús. Guerra Civil en Cantabria y pueblos de Castilla, Libros en red, 2006, p.35
[30] CNT Puerto Real. Jenaro de la Colina Blanco: Propagandista anarquista. Disponible en: http://puertoreal.cnt.es/bilbiografias-anarquistas/4542-jenaro-de-la-colina-blanco-propagandista-anarquista.html
[31] SOLLA GUTIERREZ, Miguel Ángel. La sublevación frustrada… cop cit., p. 197
[32] SOLLA GUTIERREZ, Miguel Ángel. Una efímera autonomía… op cit., p.87
[33] Ibídem, pp.87-88
[34] Ibídem, pp.49-52
[35]Ibídem, pp.31-48
[36] Ibídem, pp.65-67
[37] SOLLA GUTIERREZ, Miguel Ángel. La república sitiada… op cit., pp.305-307
[38] SOLLA GUTIERREZ, Miguel Ángel. La sublevación frustrada… op cit., p.159
[39] SOLLA GUTIERREZ, Miguel Ángel. La república sitiada… op cit., pp.42-41
[40] GUTIERREZ FLORES, Jesús. Guerra Civil en Cantabria y pueblos de Castilla… op cit., p.332
[41] GUDÍN DE LAMA, Enrique y GUTIERREZ FLORES, Jesús. Cuatro derroteros militares… op cit., p.57
[42] Ibídem, pp.210-212
[43] GUTIERREZ GOÑI, Jesús Francisco y SOLLA GUTIERREZ, Miguel Ángel. La prensa de Cantabria… op cit., pp.70-73
[44] GUTIERREZ FLORES, Jesús. Guerra Civil en Cantabria y pueblos de Castilla… op cit., pp.36-37
[45] Ibídem, p.484
[46] PUENTE FERNÁNDEZ, José Manuel. Una ciudad bajo las bombas. Bombardeos y refugios antiaéreos en el Santander republicano (julio1936-agosto 1937), Librucos, Santander, 2011, pp.144-150
[47] Ibídem, 154
[48] SOLLA GUTIERREZ, Miguel Ángel. La república sitiada… op cit., p.134
[49] Ibídem, pp. 131-132
[50] GUTIERREZ FLORES, Jesús. Guerra Civil en Cantabria y pueblos de Castilla… op cit., p.73
[51] SOLLA GUTIERREZ, Miguel Ángel. La república sitiada… op cit., pp.132-133
[52] GUTIERREZ GOÑI, Jesús Francisco y SOLLA GUTIERREZ, Miguel Ángel. La prensa de Cantabria… op cit., p.75
[53] GUDÍN DE LA LAMA, Enrique. “Maestros cántabros en la Guerra Civil: La represión en cascada” en Cabás Nº9, 2013, p.11
[54] GUTIERREZ FLORES, Jesús. Guerra Civil en Cantabria y pueblos de Castilla… op cit., p.164
[55] Ibídem, p.225
[56] MANRIQUE GARRIDO, Fidel. “Guerrilleros libertarios en Cantabria” en Periódico CNT, Nº 273, 2001
[57] VADILLO MUÑOZ, Julián. “El anarquismo y el anarcosindicalismo en la España de la transición” en La transición a la democracia en España, Asociación de amigos del archivo histórico provincial, Guadalajara, 2004, p.6

Comentarios

  1. Gran trabajo por poner un luz un tema que no se sabe mucho y esperamos nuevas entradas para seguir descubriendo más de este mundo.

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    1. Gracias por el comentario. No se si habrá más entradas, pero ya se verá.

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  2. Buen artículo, agradable de leer. Es de agradecer que se presenten tanto la labor postiiva de la CNT como su papel en la derrota de Cantabria en la Guerra Civil.

    Me sorprende la escasa implantación de la CNT en Torrelavega durante la Segunda República, teniendo en cuenta la enorme cantidad de obreros (en Solvay, Armando Álvarez, Forjas de Viérnoles, Caminos de Hierro del Norte, Soldevilla, AZSA, la mencionada industria del calzado, la Lechera, Azucarera Española, etc).

    Como crítica, tal vez podrías haber hablado algo de la fallida revolución de 1934 en Cantabria, así como del papel de la mujer.

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    1. Gracias por tu comentario. En Torrelavega la Federación Local sí tenía bastante fuerza,pero tras la separación entre anarquistas y socialistas la afiliación cayó en picado y se pasaron casi todos a la Federación Obrera Montañesa. Desconozco, eso sí, si ésto fue por razones ideológicas u organizativas, aunque me inclinaría por lo segundo.
      Sobre el papel de las mujeres sí me habría gustado escribir más, pero realmente no había mucha información. Respecto a la revolución de 1934 en Cantabria el problema es que sí había información, pero poco o nada referente al papel de la CNT.

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    2. Hola Raúl. Podrías escribirnos a este correo? Estamos iniciando un proyecto relacionado con los temas que aqui tratas y queríamos preguntarte alguna cosa. SI nos escribes, será un placer poder preguntarte.

      UN saludo!

      B

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Emilio Carral, montañés y anarquista.

Raúl de Santiago López     Emilio Carral Arce (Santander, 1869-1926) fue un periodista y escritor cántabro de ideología anarquista. Relojero de profesión, se convirtió en una figura clave en el movimiento obrero cántabro de principios de siglo, destacando también por su actividad literaria y por su participación en numerosas iniciativas de gran importancia para la ciudad de Santander,   como la fundación del Ateneo Popular o de los bomberos voluntarios. Por desgracia, como tantos grandes hombres (y mujeres) de la historia de la ciudad, su nombre ha caído en el olvido. Es por eso que aquí realizo un pequeño esbozo de su biografía, tratando de recordar sus principales acciones. El anarquismo, que había aparecido en la ciudad de Santander en los años 70 del siglo XIX por el impulso de la Primera Internacional, tenía todavía gran debilidad a finales de siglo debido a la mayor implantación del socialismo, que era la ideología dominante en la Federación Local de Sociedades Obreras.